Fin de semana: dí­a 2


Foto: Fin de semana / dí­a 1

Era la 1.30 y el movimiento noctámbulo apenas comenzaba.

Los alrededores del lugar adonde iba, daba miedo, mucho miedo. Sobre todo esa cuadra que tenes de todo.
Boliches tumba. Bailantas. Algunos bares. Patovicas. Toda clase de gente, un mix de frutas.
Llegué.
Arriba, mucha gente, mucho hippie, otra onda.
Abajo. Humedad, falta de aire, poca gente, ruido de conversaciones sueltas. Alguna que otra cara familiar.
El efecto de las cervezas comenzaba a diluirse.
No encontré nada mejor que sentarme a la espera de algo.
Algo...
Llegaron los amigos. Comenzó Japon.
Tení­a cierta curiosidad por verlos y me llevé una grata sorpresa.
Hermosa banda que me alegró la noche (tarea pendiente: conseguir disco).
Canciones lindas, muy emo pop (?) que dieron paso a la obscenidad absoluta de Psicovendetta.
Demasiado amor entre esos muchachos sobre el escenario. Mucho rimel, mucho descontrol, mucho Monkey. La gente enardecida.
Por último, Mazinger.
Tampoco los habí­a visto y si bien no me gustaron tanto como Japon (tal vez porque ya no se podí­a respirar ahí ­ abajo) sonaron muy bien. Temas tranquilos, otros que hicieron saltar y bailar a la gran masa de gente que se perdí­a entre el humo y el sudor de invierno.
Terminado esto, subir a la superficie.
Eran tipo 5 de la mañana y habí­an muchisimos más hippies que al principio.
Ir al baño era una travesí­a demasiado peligrosa, entre el"Viejah!, que linda que shos!", las guitarras criollas y la música de los Doors, mi intolerancia se hallaba en un punto lí­mite.
Denuevo abajo.
Espero que desarmen (un bodrio) y nos podamos ir.
A mí ­ lado, dos tipos hablan de una agencia de acompañantes.
Uno me mira. Me hago la boluda.
"Pero qué me importa!..." dice el relator- y prosigue.
"La mina esta habí­a traído a una gorda, que había traído champagne, que había..."
... conclusión: lo doparon y cagaron.

Salí­mos.
Afuera del boliche, al fin aire fresco.
La niebla cubrí­a la ciudad y la vereda era una mezcla entre los que se retiraban del recital, los hippies, los caretas y los capochas de vieja data (¿Qué hacían ahí­?).
Los más cansados y desesperados por irse arrancaron primero. El resto, nos quedamos hablando de...¿Los Gonnies y ET?... Faaa...
Algunos partimos a una fiesta. A pasos de llegar escuchamos choque.
Dos autos, un patrullero y demasiada gente.
Nos quedamos conversando en la puerta, al rato caen dos patrulleros más.
Alguien busca bici de amigo para saber si está en la fiesta (?). Llega camioneta con más polis.
Suenan Los Twist... ni ganas de entrar.
Enfrente sigue el quilombo. Tengo demasiada sed, me pinta ir a casa.
Uno se queda en la fiesta, el resto se va a tomar taxi a la casa del que vive más cerca.
Caminamos.
Hablamos de los capochas... revisamos anécdotas e historias, todas terminan igual. Recitales, peleas, hurtos, golpes, bardo.
"Ya no le tengo miedo", dice uno.
"Bueno... yo sí", dice otro.
La niebla cubre absolutamente todo. No da caminar a casa. No tengo ganas.
Agua. Llamado de taxi.
"¿A qué numero llamo?", pregunta uno.
"Y... a uno que sea de taxi", responde otro.
Llega el primer auto.
"Te lo cedo", me dice uno.
Me voy y en la calle continua la locura de antes, autos a mil por hora, semáforos pintados, gritos y "música" a todo lo que da... parece que sigue la fiesta.

Publicado por Andy grey, terça-feira, agosto 02, 2005