¿Cinéfila, rompe pelotas o enferma?

Sabida es mi adicción al cine, y no sólo por las películas en sí mismas, sino todo lo que las hace y envuelve. Me gusta conocer detalles sobre la música, actores, fotografía, guión, en fin, mientras más sepa, mejor.
Tanto me gusta que lo considero, porque así lo siento, como un momento mágico que nada ni nadie puede o debe interrumpir. Porque además de saberme fanática del cine-cinéfil@ lo llaman algunos- soy una histérica-rompe pelotas a la hora de mirar una película, sea en el cine o en cualquier otro lugar.
Es decir, reclamo cuando escucho cualquier tipo de ruido, comentarios ajenos a la película o de mi consideración banales, pelotudos o sin fundamento. Que dejen encendido el celular, que tengan la osadía y falta de respeto de contestar llamadas o enviarse sms´s. Que se rían desmesuradamente, sobre todo en partes que no considero graciosas, o que al cabo de un rato se sigan riendo sobre lo mismo, o sea, ya está, ya pasó - ¿por qué con mayor frecuencia me río cuando los otros no lo hacen?-.
Tampoco voy al cine ni miro películas con cualquiera. Evito personas que: preguntan todo el tiempo qué paso que no entendí, cuestiones subjetivas o que quedan libradas a la imaginación o que por el contrario, pidan explicación por situaciones lógicas e implícitas que se dan o se explican a lo largo de la trama.
Cualquiera de estas cosas / situaciones me sacan - además de quicio- de esa especie de "trance" en el cual me sumerjo al mirar una película.
Antes solía pensar que esto no pasaba de una excentricidad, pero cuando noté que a mi alrededor nadie pasaba o sufría lo mismo empecé a pensar que se trataba de algo más que un simple gusto por el cine puesto que para mí, mirar una película implica mucho más que sentarse frente a la pantalla.
Tiempo atrás miré un documental sobre "cinéfilos" y descubrí que esos seres especiales tenían manías similares y aún peores que las mías (por ejemplo, antes de mirar una película no ingerían cualquier alimento sino aquellos que no los obligara hacer la digestión en las siguientes dos o tres horas). Ahí me di cuenta que no estaba tan histéricamente sola en el mundo(?), sobre todo después de ver algo por lo cual sufro y he sufrido en el cine:
Uno de los protagonistas, llamémoslo cinéfilo, estaba a punto de mirar una película -en el cine-. Cuando ésta empieza, se mueve la imágen y termina quedando mal encuadrada (mis términos no son los más técnicos, así que espero que se entienda). Cinéfilo se pone nerviosísimo, se angustia, hasta que finalmente, se enoja.
Fue ahí, en esa escena, que me vi reflejada. Yo, que ante cualquier tipo de marca, basurita, raya o lo que sea que aparezca por error en la pantalla empiezo a sudar, a moverme en el asiento, a mirar fijo esa cosa que no debería estar ahí, a mirar constantemente hacia atrás para ver si el tipo se da cuenta de mi inquietud, pero nada.
En el documental, en cambio, luego de esperar unos segundos para que arreglen la imagen, cinéfilo saca el celular del bolsillo y llama por teléfono. ¿A quién?, al tipo de la cabina, ¡el que está a cargo del proyector (que no sé cómo cuerno se llama)!, cinéfilo tenía agendado el número de todos los cines a los que frecuentaba y cuando algo así pasaba agarraba el celular y llamaba. Increíble pensé, quiero poder hacer algo así.
Cuando fui a mirar End Of The Century en un ciclo de cine el año pasado, daba la impresión de que estaba mirando la película en una PC viejísima y con la imagen tan, pero tan pixelada que hasta podía armar mi propio rompecabezas de Dee Dee Ramone. Obviamente me quedé más de media hora tildada en los píxeles. Al salir del cine lo primero que hice claro, fue comentar indignada lo mal que se veía, pero a nadie pareció importar TANTO como a mí. Después de esa oportunidad no fui nunca más a esos ciclos, por lo cual me he perdido películas extraordinarias. Pero como les comentaba anteriormente, sufro demasiado y encima no tengo el teléfono de ninguno de los mother fuckers a cargo.

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Publicado por Andy grey, quarta-feira, setembro 06, 2006